Antes de nuestra boda, la abuela de mi futuro esposo me dio una pequeña botella con un líquido verde y, con una expresión extraña, me dijo:
«Bebe esto antes de la noche de bodas. Si no lo haces, nunca conocerás un día feliz.»
Me quedé perpleja, no sabía si estaba bromeando o hablando en serio. El novio se rió, abrazó a su abuela y le pidió que no asustara a la novia con sus “viejas costumbres”.
Pero había algo en la mirada de la anciana que me perseguía, como una advertencia.
La boda salió perfectamente, yo estaba feliz, y solo pensé en la botella cuando me quedé sola en la habitación. En la mesita de noche, junto al ramo, estaba la misma botella. El tapón estaba ligeramente abierto y, en su interior, un espeso líquido verde burbujeaba como si estuviera vivo.
La curiosidad me invadió. Recordé las palabras de la abuela y pensé que tal vez era solo un símbolo, como el champán por la felicidad.
Abrí la botella y bebí unas gotas con cautela. El líquido estaba frío, casi helado, con un sabor amargo y metálico.
Después de un rato, algo extraño empezó a sucederme 😲. Solo entonces comprendí lo que realmente había en la botella, y quedé completamente conmocionada.

Un minuto después, sentí que mi cuerpo se paralizaba. Sentía todo —las sábanas sobre mi piel, el aire frío, incluso los latidos de mi corazón—, pero no podía moverme. Tenía miedo, quería llamar a mi marido, pero no podía: mi lengua estaba entumecida.
Quise gritar, pero mi voz había desaparecido, como si unos dedos invisibles me apretaran la garganta. Relámpagos cruzaban mis ojos y luego todo se hundió en la oscuridad.
No recuerdo cómo pasó la noche. No recuerdo haber cerrado los ojos. Solo por la mañana, cuando el sol entró en la habitación, logré mover los dedos y, con dificultad, salir de la cama.
Fui a ver a la abuela y le pregunté por qué me había dado aquel elixir. Ella respondió con calma, como si hablara de algo completamente normal:
«En nuestra familia tenemos esta costumbre. Para que la noche de bodas salga bien, la novia debe beber esta infusión. Desactiva temporalmente el cuerpo e impide cualquier sensación. Es importante.»
Sus palabras me helaron. No sabía qué decir. Estaba realmente asustada, porque ahora comprendía que aquella familia vivía según leyes antiguas, extrañas y potencialmente peligrosas.